Hablar hoy de empresa con perspectiva de género es un concepto relativamente reciente, ya sea como un valor o como una apuesta clara, decidida e inminente sobre las relaciones de poder y toma de decisiones en los entes económicos. Se trata de un enfoque que tiene que ver con valores éticos, con opciones de responsabilidad social que se fundamentan en la igualdad de los seres humanos y al mismo tiempo en su diversidad, pues las relaciones de género que se articulan en nuestra sociedad condicionan profundamente el espacio y la condiciones de la posición de las mujeres en el tejido económico en general y del mercado de trabajo en particular.

En los últimos años, las empresas han ido cambiando hacia una visión mucho más integradora entablando una relación con el entorno más allá de su objetivo prioritario como generadoras de riqueza para sus accionistas y actualmente cada vez un mayor número de empresas entienden esas relaciones como un conjunto integrado –el modelo de stakeholders- en el que no solo han de asumir responsabilidades frente a sus accionistas sino también en relación con sus clientes, proveedores, sindicatos, empleados y también ante la sociedad en todo su abanico de diversidad.